Vivir experiencias diferentes, esto es lo que propone Marruecos al visitante, un país que sorprende no solo por su inigualable gastronomía y la forma en la que cultura e historia se funden entre sus calles, sino por exóticos atractivos que justifican la vista.
Visitar su atractiva capital, desconectarse del mundo en un hamman, ser parte de su cultura, disfrutar de buena comida, perderse en Zagora, conocer paisajes idílicos y fotografiar asombrosos palacios, encabezan la lista de actividades imperdibles en un viaje a Marruecos.
A ello se le suma la calidez de los musulmanes y lo excitante de su vida callejera, complicando la tarea de abarcar en un mismo itinerario, todo lo que hay para ver y hacer en una visita, especialmente si es corta, pues siempre faltará tiempo o se quedará con ganas de más.
Para los que tienen pensado viajar a esta nación cargada de tradiciones, se presenta a continuación una lista de algunas de las cosas que nadie debería perderse incluso en un viaje corto.
Lo mejor para ver y hacer en unas vacaciones en Marruecos
¿Qué es lo primero que te viene a la mente al escuchar hablar de Marruecos? probablemente desierto y comida cargada de especies. Es así como la primera sugerencia es indiscutiblemente visitar el Sahara y probar los platos más icónicos de su gastronomía.
La experiencia de contemplar el atardecer tras las dunas del imponente desierto, solo se compara con el espectáculo natural que ofrece un cielo estrellado al caer la noche, par de experiencias que ningún mortal debería perderse.
Así como tampoco la oportunidad de descubrir la esencia del país en las laberínticas calles de algunos de sus pueblos, locaciones perfectas para degustar lo más selectivo de la cocina local en lo que parece un desfile de sabores y aromas.
Conocer Marruecos de norte a sur
La mejor forma de conocer Marruecos es crear una ruta que permita explorarlos de norte a sur; para los que se animen a la idea, el punto de partida recomendado es “La Ciudad Blanca”, mejor conocida como Tetuán.
Una vez allí, se tendrá la oportunidad de explorar rincones cargados de cultura e historia, especialmente en su medina y zocos en los que comprar de todo.
A mitad del camino, la parada imperdible es en lo que los locales denominan la “perla de la costa”, Essaouira es de esos parajes que cautiva por su exótica belleza, y en los que disfrutar alguno de los establecimientos asentados en torno a playas idílicas y buen ambiente.
El final del recorrido
La ruta llevará directo a Marrakech y Agadir, popular ciudad que plantea la posibilidad de quedarse para disfrutar de paisajes y numerosas actividades en playas de imponente belleza, especialmente si hacen escala en Sidi Ifni y sus arcos de la Playa de Legzira.
Para el final, se reserva un recorrido por el Litoral Atlántico en el que perderse entre acantilados de rocas rojizas de singular belleza, y luego alternar entre las propuestas de grandes ciudades como Assilah y El Yadida, y pueblecitos marineros de salvajes e infinitas playas.
Las ciudades que deben visitarse porque sí
Pese a que Marruecos reúne metrópolis cargadas de cosas para hacer, existen dos que definitivamente tiene que visitar: Marrakech y la ciudad de Fez. Sea en una visita por un par días o una que se prolongue por semanas, este par de ciudades plantean oportunidades para todos los gustos.
Entre los atractivos de la primera figuran perderse en el caos de su medina e inmortalizar en una fotografía Ait Ben Haddou, el ksar más famoso del país para luego dejar parte del presupuesto comprando cualquier cantidad de cosas en sus zocos y contemplar el atardecer desde alguna terraza disfrutando una taza de té.
Por su parte, la cuidad de Fez cautiva con la autenticidad del barrio judío y la oportunidad de sentirse como un auténtico sultán quedándose en alguno de sus riad.
Su medina es otra parada obligatoria, no solo por ser la más grande del mundo, sino por lo imponente de su entramada y laberíntica estructura.
Enamorarse de su majestuosa naturaleza y descubrir vestigios arqueológicos
Desierto, paradisíacas playas y zonas verdes, definitivamente, la naturaleza no fue mezquina con Marruecos, por lo que en el itinerario debe incluirse un paseo por dos de sus atractivos naturales más destacados: la Garganta del Dadés y las Cascadas de Ouzoud.
De belleza natural, la ruta continua por una serpenteante carretera que lleva hasta las que, muy a opinión propia, son las ruinas mejor conservadas del norte africano, lugar perfecto para descubrir vestigios arqueológicos incomparables.
El parque arqueológico de Volubilis, es la cita indicada para quienes desean evocar tiempos memorables y explorar el legado histórico cultural del Imperio Romano que dejará huellas en el país gracias a un despliegue de termas, columnas, arcos y mosaicos dignos de una postal.
Sugerencias adicionales para una experiencia inolvidable en Marruecos
Asumiendo que aún quede espacio en la agenda, llegarse hasta Mulay Idrís para explorar los secretos que guarda esta ciudad sagrada, será la opción indicada antes de proseguir hasta la ciudad imperial de Meknes donde resulta imperdonable no pasearse por la Plaza El Hedim y una selfie en la puerta Bab El Mansur.
Para el atardecer, espera una bebida reconfortante en la Terraza de Pavillon Des Idrissides contemplando a los minaretes que invaden las mezquitas tras la llamada al rezo, despliegue que evoca un aura mágica.
Para complementar el itinerario, la visita a la mezquita del Rey Hassan y conocer un buen puñado de kasbahs se suman a las posibilidades, lo que resulta igual de atractivo que conocer la Garganta del Todra en la Cordillera del Atlas y llegarse hasta Tánger, la puerta de entrada al país en el otro lado del Estrecho de Gibraltar.
No olvide alojarse en un riad y disfrutar la hospitalidad del país musulmán, además de complacer el paladar con lo deliciosa de su gastronomía.
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