En la era de la tecnología, las nuevas opciones se abren camino para hacernos la vida más sencilla. Esto es lo que ocurre con el llamado pasaporte biométrico o también conocido como pasaporte electrónico. ¿Quieres saber más sobre él y sus ventajas?. ¡Aquí te las mostramos!.
¿Qué es el pasaporte biométrico?

Tienes que saber que el pasaporte biométrico es un método de lo más sencillo y eficaz para poder reconocer a cualquier persona. Una manera para llevar un buen control, ya que se trata de un pasaporte que cuenta con un chip. Será este el que almacene información sobre la persona. Una información como pueden ser rasgos faciales o las huellas dactilares. Por lo que estamos ante un sistema que no se puede falsificar tal y como se explica aquí.
Las grandes ventajas del pasaporte biométrico
Por un lado, una de las grandes ventajas es que impide el fraude de identidad. Ya que al contar con rasgos faciales, es imposible que una persona se haga pasar por otra, gracias a un documento como este.

Los datos y demás información pasarán a una especie de banco on line, para poder verificar si fuera necesario por parte de la policía o bien, otros organismos. Una manera de tener actualizada toda la información de cada pasajero.
La seguridad es una de las virtudes más claras de un documento como este, ya que no solo a la hora de viajar es un gran seguro, sino que en un futuro relativamente corto, veremos cómo será necesario hasta en colegios o trabajos. Usan la tecnología RFID es decir, que se puede escribir o leer datos a distancia, gracias la transmisión de radio-frecuencia. Dicha lectura se podrá hacer desde una distancia muy corta hasta varios metros.

Un documento totalmente infalsificable
Este tipo de documento tiene unas altas medidas de seguridad, hasta más de 80 aproximadamente. Cuenta con todos los detalles de cada persona, además, los datos faciales y huellas dactilares. Por otro lado, cuenta con un microchip y un papel con hologramas que son invisibles a la vista humana, pero que sí se ve a través de una luz especial. Tiene la misma vigencia que el documento antiguo, es decir, unos cinco años.